martes, 16 de abril de 2013

Libertad seductora.

Hoy os deleitaré con un texto que escribí hace un tiempo sobre una "libertad seductora" que trata, como era de esperar, de una mujer. Dice así:


La libertad... ¿quién no ha pensado nunca en ella? Es algo a lo que cualquier librepensador aspira, es algo que todos necesitamos sentir que tenemos. Sentimos la necesidad de saber que estamos haciendo lo que estamos haciendo porque queremos hacerlo y no porque nadie ni nada nos obliga (eso en todo caso quedaría en segundo plano). Sin embargo, ¿es la nuestra una libertad real? ¿O nos limitamos a hacernos creer a nosotros mismos que somos libres para no tener que pensar o razonar más allá de lo impuesto?

Es interesante, ¿no? Pero aún más interesante es la mezcla del Amor y la Libertad...



Nunca antes me había sentido atraído por lo libre, por lo independiente, por la persona que vive su vida y se mantiene algo ajena a los demás. ¿Cuál es el problema? Que la libertad es indomable. En todos sus sentidos. ¿Pero esto es algo malo? No para mí, al menos, porque la convierte en una situación más atractiva. La imprevisibilidad de sus actos, la imposibilidad de atarla a una relación, la forma que tenía de relacionarse con las personas... increíble.


Y, aún no sé cómo, algo de aquélla alma libre se quedó impregnado en mi forma de ser y ver el mundo. Pero sigo con el pequeño relato...

Ella era todo lo contrario al sometimiento, al orden puro y a la razón lógica que cualquier persona puede tener. Era especialmente ingeniosa en lo referente a excusas, y sin embargo era muy responsable cuando hacíamos un trato. Era una rompecorazones de manual. Y yo fui uno de los afectados. Caí, como muchos otros, en las redes de la seducción, en la bella libertad y la idealización de la felicidad.


Todo para que al final desaparezca, tal y como la conocí: Sabia, Bella y Libre.



Os aconsejo que no os enamoréis de la libertad, pues el Amor conlleva egoísmo, prisión. Y no puedes encarcelar a la propia y pura libertad. A pesar de esto, sigo pensando que caer en esa seducción es terriblemente fácil a la par que divertido. Y doloroso. 

Pero sin dolor, ¿qué sería la vida?

No hay comentarios:

Publicar un comentario