Encerrado en la mente de otro.
Bien, lo primero de todo aclarar que la historia que os voy a contar a continuación la escribí probando una táctica extraña de escritura y sueño, y con intención de presentarla para mi representación de Psicología, por lo tanto hay unos términos que tendré que explicaros (de la mano de Wikipedia) de antemano. También aconsejo la lectura comprensiva, poco a poco e imaginando bien la escena, pues así disfrutaréis más de la historia.
Terminología Específica:
Trastorno de Identidad Disociativo, más (o también) conocido como "trastorno de la doble personalidad". Es un diagnóstico controvertido descrito como la existencia de dos o más identidades personales en un sólo individuo, cada una con su propio patrón de percibir y actuar con el ambiente. Para que sea considerado este trastorno, al menos dos de estas personalidades deben tomar el control del individuo de forma rutinaria.
Paranoia.
La Paranoia es un término psiquiátrico que describe un estado de salud mental caracterizado por la presencia de delirios autorreferentes, en la que se pueden agrupar diversos tipos de sensaciones. La más común es la Manía Persecutoria, que trata de que el afectado siente una angustia insoportable por estar siendo perseguido por fuerzas incontrolables, que pueden ser toda clase de alucinaciones que le infunden temor e inseguridad.
Esquizofrenia.
La Esquizofrenia es un diagnóstico psiquiátrico en personas con un grupo de trastornos mentales crónicos,caracterizados por alteraciones en la percepción o la expresión de la realidad. Además, causa una mutación sostenida de varios aspectos del funcionamiento psíquico del individuo, principalmente en la conciencia de la realidad.
Y ahora que sabéis un poco de qué va cada trastorno, os dejo con el texto:
Un hombre uniformado entra en una de las habitaciones del hospital psiquiátrico. Él era un famosete psicólogo cognitivista (de los que estudian la mente del cliente para encontrar una solución a sus problemas), que se había ganado cierto respeto por haber curado varios trastornos psiquiátricos estudiando los razonamientos y el lenguaje de sus clientes, y aplicando una serie de terapias que se volvían revolucionarias ante las demás conocidas.
Cuando entró, se vio abordado por la plena oscuridad del cuarto. En el momento en que se dispuso a encender la luz, una voz le sobresaltó desde una esquina de aquel cuarto.
T-> Terapeuta
C-> Cliente
C-- ¿Quién es usted?
T-- Soy el Terapeuta que han enviado, vengo a ayudarle.
C-- Entre y cierre. Sólo entonces hablaré. No encienda la luz.
T-- Por mi seguridad preferiría sí hacerlo.
C-- Pero por su reputación, no.
T-- ¿Por mi reputación? ¿Qué sabe usted de mí?
C-- Entre y cierre.
Tras meditar unos segundos, el Terapeuta accede.
T-- Está bien.
(v Click a Ver más para adentrarte en la historia v)
C-- Ahora que está aquí dentro, tendría que ponserse una camisa de fuerza para estar en igualdad, pero le dejaré "a sus anchas" en este cuarto tan sobresaliente en el que estoy encerrado.
Sintiendo entonces curiosidad por saber las dimensiones, el Terapeuta se movió por el habitáculo, que resultó ser mucho más pequeño de lo que había imaginado. Cuando regresó a la puerta, que supo por las hendiduras en las paredes acolchadas, se detuvo.
T-- ¿Sufre usted claustrofobia?
C--No, ya no. Una vez que le someten a uno diez años a la misma tortura, parece que el cuerpo se acostumbra.
T-- ¿¡Le metieron aquí sabiendo que era claustrofóbico!?
C-- ¡Shhhh! ¡Silencio! ¿No los oye? ¿No los ve? No les gustan los gritos como esos, ándese con cuidado.
T-- Vaya, parece que, además, sufre usted de Paranoias.
C-- ¿Paranoias? Le puedo asegurar que son reales, doctor. Reales como la necesidad de respirar.
T-- No, no lo son. Su cerebro le engaña. No espero que me comprenda, por supuesto. Es más, quisiera retractarme de lo anterior dicho. Sí son reales, en su mente, pero no existen fuera de ella.
C--¿Cómo puede estar tan seguro?
T-- Bueno, aunque me duela reconocerlo, la ciencia nos permite, por ejemplo, ver los átomos. Diminutas partículas que, de otro modo, no seríamos capaces de ver. Es una simple prueba de que las percepciones nos engañan. Otra, más hacia hacia nuestro campo, el humanismo, serían los sueños. Son reales en su mente, pero ahí se queda. En su mente.
C-- ¿Cómo puede creerse algo tan contradictorio? ¿Y se supone que soy yo el que tiene un problema?
T-- ¿Contradictorio? No le entiendo, justifíquese.
C-- Usted dice que "mis paranoias" no existen fuera de mi mente, que son engaños de mi percepción, pero dígame:
¿Cómo podría ser un instrumento creado desde la percepción del hombre lago que le aleje de ésta? Si usted afirma que nuestra percepción nos engaña, ¿por qué no habría de hacerlo un microscopio, por ejemplo, que no es más que un potenciador de uno de nuestros sentidos? Lo mismo con los sonidos, los colores, y demás artilugios que se le puedan ocurrir. Todo creado por y para la percepción del hombre. ¿Y se atreve a decir que lo que yo veo, oigo y siento no existe fuera de mi mente? ¿Por qué no puede ser que sean las demás, vuestras mentes, las que no estén sensorialmente cualificadas para percibir la realidad tal y como es? Tan maravillo que defiende usted al cerebro, ¿y si la mayoría de humanos tienen un cortafuegos, una barrera implantada por el inconsciente para que puedan ver realidad, porque ésta es demasiado caótica para ese orden enfermizo que necesita todo hombre?
T-- Vaya... Pareces muy valiente diciendo todo eso pero, ¿qué tal si te digo que te he diagnosticado, aparte de una severa paranoia y un posible trastorno de doble personalidad que provoque las alucinaciones, una más que segura esquizofrenia?
C-- Le diría que es usted un cobarde. Que lo ha sido toda su vida. Se metió a psicólogo sólo por la morbosa satisfacción que le produce ver que hay personas que no saben cómo solucionar un simple problema de autoestima, y la posibilidad de sentirse superior... Sobretodo cuando sella un expediente con ese matasellos de oro tan humilde que tiene, y los envía directamente al manicomio.
T-- ¡Un momento! ¡Eso no es cierto! Yo los envío al psiquiatra porque no les puedo tratar.
C-- Claro, es mucho más fácil desmembrar a una persona a base de fármacos que utilizar el raciocinio e intentar salvar una vida o aprender un poco más de una enfermedad.
T-- Tonterías, hoy en día no hay tiempo para perderlo en investigaciones absurdas. Está prácticamente todo descubierto. Prefiero vivir mi vida tranquilamente y seguir salvando muchas vidas, pero a mi manera.
C-- Espere, ¿Se está diagnosticando un delirio de grandeza?
T-- ¡Yo no he dicho eso! Pero sé que sin mi ayuda muchos habrían muerto. Eres tú el culpable de mis fallos de lucidez temporales, yo estoy perfectamente.
C-- "Pensamiento Proyectivo": La culpa, la responsabilidad, está en los otros y no en el sujeto paranoide.
T-- ¿Ahora vas de terapeuta? Eso también te puede contar como delirio de grandeza. Ves en mí una figura que quieres seguir, y claro...
C-- Acéptelo de una vez. Usted no es un terapeuta, YO soy el terapeuta.
T-- ¡P-p-pero qué dice! No esperará que siquiera me pare a escuchar las alucinaciones de un demente, ¿no?
C-- No hace falta. Hace ya rato que se ha dado cuenta: usted está enfermo. Y yo he venido a su celda, en este manicomio, para ayudarle.
De pronto el Terapeuta abre los ojos y ve la celda acolchada del manicomio, totalmente claustrofóbica y deprimente, y se da cuenta de la realidad.
T-- Entonces... Yo soy el enfermo. Pero, ¿y usted? ¿Quién es?
C-- Yo no soy más que un enfermo más, como usted, metido en esta celda que parece ser la cabeza de alguien aún más enfermo...
Y ahí estaba ese hombre del principio, en una esquina de aquel cuarto, esperando a que viniera alguien y le dijera que estaba sano, imaginando una, y otra, y otra vez lo feliz que sería sabiendo que podría volver a ver la luz del Sol, mientras varias lágrimas brotaban de sus ojos, fuertemente cerrados, para poder imaginar algo de luz aún estando sumido para siempre en una infinita y lúgubre oscuridad.
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