LOS OJOS DE UN LOBO
PARTE I
Un gélido viento invernal se internaba atravesando el porche de la pequeña cabaña de madera.
Aquello no pareció importarle al hombre que se recostaba, aparentemente tranquilo, en la vieja mecedora de caoba, haciendo caso omiso a la lumbre que se proyectaba en el interior de la vivienda.
Aquel pastor, que superaba la treintena, disfrutaba contemplando la inmensa naturaleza que le rodeaba. En ese instante, las nubes, que durante todo el dia habian encapotado el cielo, se despejaron para dar paso a la blanquecina luz de la luna llena. Y entonces fue cuando los oyó. Sus voces se unian desde distintos puntos del bosque, en una seductora armonía que provovaba en el una enorme fascinación, pero sobre todo, un hondo terror. Desde hacia semanas notaba como su ganado habia ido mermando poco a poco, hasta haber perdido alrededor de unos cincuenta ejemplares. Tres decadas atrás, su población disminuyó hasta creerse casi extintos en la provincia, pero recientemente el número de ataques estaba aumentando. Lobos.
Cada mañana, cuando realizaba el recuento de ovejas y comprobaba que su número habia disminuido en comparación al dia anterior, descubría las mismas huellas saliendo del corral. La inconfundible silueta de una pezuña se recortaba contra la nieve.
No era este, sin embargo, el principal motivo de su preocupación. Su mirada se poso en los copos de nieve que iban cayendo, mientras sus recuerdos le hacía viajar hasta su infancia, haciendole rememorar el caso de aquella pobre chica. Un caso que provocó en el una gran conmoción y acrecentó su terror hacia estos animales.